jueves, diciembre 02, 2004

chécalo: ¿Quién entiende a las viejas?

Muy buenas noches... bienvenidos a la gira de la conciencia, bienvenidos a la avalancha!!!... jejeje.... Para Siempre, qué buen disco para comenzar esta nueva etapa de El Huracán Ambulante, pero bueno ya basta de pendejadas y al grano (las palabras).... revisando hace unos días mi correo me topé con uno que me mandó el Sergio hace ya bastantes meses, y que tenía como asunto "chécalo", lo chequé again, y pues me dieron ganas de postearlo porque quisiera compartirlo y saber sus opiniones (sobretodo las de las mujeres)... supongo que les dará hueva leerlo asi que no veré muchos faltos por ahí abajo (me refiero a los comments, jejeje) pero bueno, va:

IVAGINARIA:
¿Quién entiende a las viejas?
Por: Elia Martínez Rodarte
navicella@hotmail.com


...¿cómo es posible que algunas de las mujeres más capaces e inteligentes del mundo (¡algunas, dije!) sigan siendo dominadas por hombres mediocres, tontos, violentos, embaucadores, infieles y en el peor de los casos, ultraderechistas?

Este es un artículo con ciertos tintes misóginos, así que las feministas exageradamente sensibles, madres de familia de más de tres hijas, Martha Sahagún en su postura de “las mujeres podemos” y demás recalcintrantes defensoras del vagina power, absténganse de leer.

Soy mujer, aunque no lo parezca, y ejerzo inconsciente o genéticamente muchos de los roles asignados o no asignados propios de mi sexo. Pero así como trato de reírme, burlarme, ridiculizarme y apalearme lo más posible para lidiar con mi soberbia natural y calcificada en mis dentros, trato de hacer lo propio con mis congéneras.

No me entiendo, ni las entiendo. ¡Qué bueno que no soy lesbiana (al menos que yo sepa), porque tendría que lidiar con el eterno femenino, que de eterno ya huele a podrido!

No voy a enumerar las virtudes de ser mujer, que ya bastante manifiestas se encuentran y por ese ser femenino la especie está en este planeta. Somos las que movemos el pandero y si no lo movemos nadie baila. Tampoco quiero ensalzar las tareas mujeriles como la maternidad, cualidad sobrevaloradísima de la cual muchas se enorgullecen en su diaria tarea de superación en ese sentido, siendo que es el proceso más natural del mundo. No hay ningún mérito, solamente decisiones.

Si conformamos una unidad como fuerza creadora, y nuestra imagen es a semejanza de la generosa madre naturaleza que es la emperatriz de todo lo verdaderamente bueno y noble que hay en este mundo, ¿por qué nos empeñamos en ser tontas a veces?

Porque a la par del empoderamiento en el que avanzamos vertiginosamente, el lado blando y celulítico de nuestras mentes va quedando sumamente rezagado.

Es decir, ¿cómo es posible que algunas de las mujeres más capaces e inteligentes del mundo (¡algunas, dije!) sigan siendo dominadas por hombres mediocres, tontos, violentos, embaucadores, infieles y en el peor de los casos, ultraderechistas?

El empoderamiento de muchas mujeres no les ha dado armas para enfrentar la soledad y esgrimir el “no-quiero-con-este-guey-porque-me-maltrata" (física, emocional, psicológica y hasta económicamente).

Entonces así las mujeres sean las presidentas, lideresas, puntas del iceberg de cualquier área en que se desarrollen, van a acomodarse en el tibio lecho de un hombre que no está a la par de sus capacidades y que no les ofrece ni siquiera un reto intelectual o una buena conversación.

Quizás también tenga mucho que ver que a las nuevas dominatrices femeninas les encanta tener hombres-maletas a quienes dominar o mangonear; pero con los cuales a la larga padecerán el tedio, la violencia, el egoísmo, o la ignorancia de una generación de individuos; que queramos o no, pobrecitos, están parados en la bajada de la lava de un volcán mujeril que está haciendo erupción, pero que se niega a llevárselos de encuentro.

Y nos gusta batallar. ¡Ash!, ¡es la verdad! Conozco montañas de casos clínicos de mujeres que emprenden una relación benévola con un hombre que no les ofrece complicaciones en la vida y ellas se empeñan en buscar la telúrica tensión del hombre emproblemado. Cuando no se lían con un casado, se juntan con uno endeudado. Si no están al lado de un alcohólico con tendencias suicidas, no están a gusto. Si no viven la tragedia de un tipo que tenga 5 hijos con igual número de mujeres, no se hallan.

Con un hombre, sea cual fuere el estado de descomposición en que se encuentre, la mujer empoderada y redentora vivirá la experiencia de salvar al soldado Ryan de la perdición. Además de resolver de forma no muy pragmática su soledad, la mujer que se consigue una relación complicada, logrará sacar a esa ave fénix de alas enlodadas del espeso fango de los problemas que él solito se ha creado.

No entiendo a las mujeres cuando se empeñan en complicarse la vida. Y menos entiendo la incongruencia de las que no quieren complicarse la existencia y como quiera lo hacen.

Todas y cada una de las relaciones que entablemos va a tener desavenencias, no podemos evitarlo. Pero si nuestro hermoso cariño lo único que hace es pasar a fornicarnos la existencia con sus cuitas, entonces amiga mía de mis entretelas, hay algo que huele a podrido ahí mesmo.

Por ello, la gallina de los huevos de oro nos deja estas gemas de sabiduría. No son recomendaciones para que se salgan de esa relación. Como quiera ahí le van a seguir. Pero al menos estas armas ayudarán a que no salgas tan vapuleada en el eterno femenino.

Aprende a no justificarlo. Si parece pato, hace como pato, y tiene pico de pato, es un pato. Un hombre infiel, decadente, violento, con vicios, mentiroso y mala onda, es así porque lo dejas ser así. Aguántese entonces si eso quiere.

Cree siempre la mitad de lo que te diga. Al menos serás feliz sabiendo que hay un porcentaje mínimo de verdad. No leas entre líneas sus mensajes. Si dice algo ofensivo, humillante y violento, es lo que es. No es el producto de un desvarío emocional.

Verbaliza tus reclamos. No te quedes con la mérde flotando en el inodoro de tu cabeza. Bájale a la manija y suéltaselo.

Si la relación es demasiado humillante y/o te ha mandado varias veces al hospital y/o te está menguando la autoestima y/o viola tus más elementales derechos humanos y/o has pensado en más de una ocasión en estrangularlo, yo consideraría todos estos factores como señales de alarma para una potencial fuga.

¡Y que el Santo Cristo de la Capilla nos agarre cobijadas!