lunes, febrero 23, 2004

A veces, cuando creo que nadie me observa, uso este lugar como refugio, como templo, me siento en un escalón y descanso un poco, junto las manos y miro con devoción hacia abajo a este jardín del orden, cuya ridícula soledad, cuyo aspecto emotivo me conmueven el alma de un doliente y extraño modo.