martes, mayo 04, 2004

El Solitario

Seguir y dirigir me son odiosos.
¿Obedecer? ¡No! Mas mandar, tampoco.
No amedentrará quien no se da miedo:
sólo dando miedo diriges a otros.
¡Hasta dirigirme a mí me es odioso!
Como el animal del bosque y del mar,
me gusta perderme por un ratito,
recogerme absorto en dulce delirio,
atraerme de lejos al hogar,
y seducirme a mí... hasta mí mismo.

Nietzsche