martes, mayo 25, 2004

Muchos hombres están tan acostumbrados a estar solos consigo mismos, que no se comparan a los demás, sino que desarrollan el monólogo de su existencia en un estado de espíritu apacible y alegre, en conversaciones y hasta en risas a solas. Pero si se les lleva a compararse con otro, se inclinan a una sutil depreciación de ellos mismos, hasta el punto de que es necesario forzarlos a volver a tomar de otros una buena y justa idea de sí, y todavía, de esa idea tomada, quieren siempre retirar y corregir algo. Es necesario, pues, conceder a ciertos hombres su soledad y no lamentarla neciamente.

"Hombres solitarios"
Nietzsche - Humano, demasiado humano