sábado, enero 17, 2004

Nada definitivo puede hacerse contra el carácter irreversible del tiempo, verdugo implacable del género humano. Si existiera el paraíso, éste no podría consistir sino en una vuelta hacia atrás en el tiempo, en un reencuentro con los seres queridos que han muerto, en un retorno a la inocencia de la infancia. El cielo es la vuelta al pasado, el rejuvenecimiento imposible.

Por eso, vivir mañana será mucho más doloroso de lo que se supone vivir hoy.